El giro del cielo


EL GIRO DEL CIELO



“Mediha, ¿dónde estás?”

Dicen que antes de Mediha

existían sólo astros sin nombre.

Luego, al círculo blanco en el cielo

no se le decía luna.

Y los destellos en lo oscuro

eran objetos sin nombre.


El reloj no existía,

Mediha comenzó por decir lo que pensaba

en la oscuridad;

la luz en su boca se hizo de día,

ninguno de los astros

poseía aún claridad

y ella dijo: “luz”.


Algunos jazmines la reconocieron

pero los labios de Mediha

proferían palabra como:

“acá está el sol, mira.

Gira del otro lado; ve la luna”.


El azul de sus ojos

solamente significa

una forma dentro del destino

y se burla de mí para siempre.


—Mediha, ¿dónde estás?

Se necesitan algunas palabras

para nombrar la luna, ven;

una a una, las constelaciones

y el color que llamas negro

será como la noche.


La diosa en la luna prefiere el olvido

y deja que Mediha interrumpa

con su voz el giro del cielo.

“Mediha, ¿dónde estás?”


La tierra no tiene mar,

abre los ojos y no mires,

sólo parpadea.

Un día habrá un jardín

 —donde las flores no hablen—

y las aves buscaran el trino

de vuelta al cielo.

Dondequiera que estés

Mediha, abre los ojos,

deja que el sol salga.

Miguel Tonhatiu O.

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