Turquía



CONOCER LAS RUINAS

A Mediha

Cuando duermes no hay aurora intacta,

nadie toca tu rostro de jade

y así el azul de tus ojos duerme en una flor

compone el fragmento de sinfonía blanca, única:

Tu rostro  como un espejo de estrellas sin nombre.



Lo que no me has dicho tantas veces,

se encuentra cintilando en el cielo emitiendo un hueco;

con la espera habrá momentos de duda

para convertirlo en palabras o piedras.



Un tulipán  será una flor imposible en una geografía,

no como un espino o una violeta sagrada:

pueblos enteros lucharon por conocer  las ruinas,

tribus se extinguieron por encontrarlas y sólo hallaron flores.



Te encontré, sin armas, sin guerra; en vigilia.

en medio del joven árbol del espino y la luz,

existía una inscripción que recuerdo:

“ está lejos el mar”.

Cerca de ti, en un instante, la ciudad se perpetra,

entre las cenizas de Troya.



Te descubrí en el momento

que la historia se me hace difícil:

¿Sobrevivirás al largo frío de invierno?.



¿Dónde están los bárbaros de las ruinas de Anatolia?

¿Dónde, las guerras entre cristianos y turcos?

¿Qué fue de las espadas

y las broncíneas lanzas de Grecia?



En el Jardín sólo está tu aroma,

Mediha, vuelve a soñar aunque la guerra se extinga.



La noche es joven para esas flores futuras:

por favor, no olvides el origen de esa guerra

ni esta cotidiana y simple historia.



Sea así cuando despiertes.

M.T.

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