El mar de Bir
El mar de Bir
La música es una
imitación de los lenguajes enseñados
por las presas en el
momento de la reproducción.
Pascal Quignard
¿Por qué le escribo a una imagen?
¿Sufro locura por el mar y la sed?
Después de Egeo, muy cerca de
Troya,
Ella confunde sus ojos con el
mar.
Me torna un simple cantor,
un vulgar poeta, sin verla.
Ojos, ojos, son el permanente
vuelo
del ave sobre la piedra.
El castigo, Bir, será colocar el
cuerpo
cerca de una roca
y depositar las palabras en mitad
de la marea,
en espera del mar bravo.
En cadenas, mientras tanto,
permanezca
mirando esa marea insólita y
sucedánea:
vendrá el buitre otra vez a
hundir su pico
y tendré tiempo para pensar en tus ojos
cuando la aurora roce tu pelo.
¡Estoy loco; cegado por el mar!
Cualquiera, atado como yo, podría
perder
el pie en un barco de cedro.
Cualquiera, como yo, se dejaría
llevar
en medio de ese oleaje de tus
ojos:
mar yerto del Cáucaso.
¡No debes llorar, Bir!
Yo toqué las costas del Mar Negro
con mis plantas,
descendí por el estrecho de los
Dardanelos, ¿lo recuerdas?
Sólo para mirar tu ciudad.
Mi corazón repite la inocencia de
la arena,
¡muy cerca de tu tierra blanca!
Hemos leído el mismo libro.
Huyes de este recuerdo por temor
a reconocerme:
he vuelto al sitio Corintio.
Zarpé de Cólquide con la fuerza
de Jasón.
Había canciones a Eolo por
reconocer en el mar:
los hijos de los dioses nos hacían
compañía …
Traje el fuego y heme aquí.
¿Tú lloras, Bir ?
¿Y tú lloras cuando ocultas el
mar en tus ojos?
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