El error de la falsa “democracia directa”

 El error de la falsa “democracia directa”

El pasado 14 de noviembre de 2022 resultó un día emblemático dentro de las Conferencias mañaneras, ya que López Obrador tuvo que confrontar una serie de preguntas incómodas realizadas por los periodistas de la oposición, en las cuales se afirmaban la capacidad de movilización de aquellos que no están de acuerdo con los dichos del Presidente de la República. López Obrador se ha dejado llevar por una inercia ascendente de entusiasmo democrático y una especie de fiesta de protagonismo que ha recibido su partido y en especial su presidencia.





El pasado 14 de noviembre de 2022 resultó un día emblemático dentro de las Conferencias mañaneras, ya que López Obrador tuvo que confrontar una serie de preguntas incómodas realizadas por los periodistas de la oposición, en las cuales se afirmaban la capacidad de movilización de aquellos que no están de acuerdo con los dichos del Presidente de la República. López Obrador se ha dejado llevar por una inercia ascendente de entusiasmo democrático y una especie de fiesta de protagonismo que ha recibido su partido y en especial su presidencia. 

No obstante, a lo lejos, pudimos visualizar la reacción y el rostro desencajado de un presidente que no tiene la mayoría de su lado como siempre lo presumió. Tiene un país escindido. Y es que la verdad el INE no requiere una reforma más allá de un recorte presupuestal y un control más estricto de los gastos y beneficios, así como, las prerrogativas que reciben los consejeros electorales. Sin duda fue un revés ante la opinión pública de un proyecto y una forma de gobernar que tenía que limpiar con una contramarcha programada desde el poder el 27 de noviembre de este agónico 2022.  Hay que recordarle al presidente que la identidad de la democracia es la pluralidad de opiniones que contrastan y conforman un mismo proyecto. Cabe mencionar, que la propuesta que hace el presidente López Obrador en realidad es un retroceso a un estilo de democracia “no representativa” ya que se acerca muchísimo a lo que los autores clásicos como Rousseau denominaron “democracia directa”. (Este modelo surge cuando se requiere un ejercicio de la justicia directo sobre el pueblo, pero la toma de decisión recae sobre un cuórum, que fórmula un diagnóstico y dar su veredicto: vida o muerte según requiera el delito. Este modelo fue representado en el siglo VI A. C. en las polis griegas y se requería para establecer las leyes de convivencia entre estructuras prehelénicas atávicas establecidas por sociedades matriarcales que no tenían una filiación ni leyes específicas. El presidente López Obrador no solo apela un modelo primitivo por dejarse llevar de la mano de una inercia transformadora que equívocamente genera un retroceso no solo en el modelo específico de la Democracia mexicana, sino en el proceso histórico de una nación que ha adquirido un grado de civilización occidental muy claro. No quiero acusar al presidente por desconocer textos canónicos de la filosofía y sustituirlo por un conocimiento pragmático inmediato que creo estudió en su carrera política, sospecho ha olvidado los textos que fueron parte dentro de su formación y apela a un conocimiento pragmático inmediato y creo resulta en la involución de su gobierno. Habría que aclararle al presidente qué un cambio no es una mejora, también puede ser un deterioro, también puede ser en términos sociales un regreso a un camino ignoto que solo exploraron los expriístas como él en la escuela de cuadros de su maestro López Portillo. 


No obstante, a lo lejos, pudimos visualizar la reacción y el rostro desencajado de un presidente que no tiene la mayoría de su lado como siempre lo presumió. Tiene un país escindido. Y es que la verdad el INE no requiere una reforma más allá de un recorte presupuestal y un control más estricto de los gastos y beneficios, así como, las prerrogativas que reciben los consejeros electorales. Sin duda fue un revés ante la opinión pública de un proyecto y una forma de gobernar que tenía que limpiar con una contramarcha programada desde el poder el 27 de noviembre de este agónico 2022. Hay que recordarle al presidente que la identidad de la democracia es la pluralidad de opiniones que contrastan y conforman un mismo proyecto. Cabe mencionar, que la propuesta que hace el presidente López Obrador en realidad es un retroceso a un estilo de democracia “no representativa” ya que se acerca muchísimo a lo que los autores clásicos como Rousseau denominaron “democracia directa”. (Este modelo surge cuando se requiere un ejercicio de la justicia directo sobre el pueblo, pero la toma de decisión recae sobre un cuórum, que fórmula un diagnóstico y dar su veredicto: vida o muerte según requiera el delito. Este modelo fue representado en el siglo VI A. C. en las polis griegas y se requería para establecer las leyes de convivencia entre estructuras prehelénicas atávicas establecidas por sociedades matriarcales que no tenían una filiación ni leyes específicas. El presidente López Obrador no solo apela un modelo primitivo por dejarse llevar de la mano de una inercia transformadora que equívocamente genera un retroceso no solo en el modelo específico de la Democracia mexicana, sino en el proceso histórico de una nación que ha adquirido un grado de civilización occidental muy claro. No quiero acusar al presidente por desconocer textos canónicos de la filosofía y sustituirlo por un conocimiento pragmático inmediato que creo estudió en su carrera política, sospecho ha olvidado los textos que fueron parte dentro de su formación y apela a un conocimiento pragmático inmediato y creo resulta en la involución de su gobierno. Habría que aclararle al presidente qué un cambio no es una mejora, también puede ser un deterioro, también puede ser en términos sociales un regreso a un camino ignoto que solo exploraron los expriístas como él en la escuela de cuadros de su maestro López Portillo.

Miguel Tonhatiu Ortega

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